Oriental grill
Puede ser que normalmente el aspecto de un lugar sea lo que nos atraiga. Lo que me pasó a mí con el Oriental Grill fue eso, pero más que nada los grandes recuerdos que tengo de la comida oriental.
Así que me dirigí al susodicho sitio cuya decoración con guerreros de supuesta terracota y ostentosas (sic) cabezas doradas de Buda, bambú y madera negra y minimal le dan un aire moderno y sofisticado.
De la res mongolia solo me gustó lo crujiente de las zanahorias. La salsa que, originalmente o bien hecha, es riquísima, estaba paradójicamente salada y dulce al mismo tiempo, pero exageradamente. El otro platillo que probé fueron los thai noodles o tallarines con salsa de cacahuate: cremosos, con unos camarones crujientes y ligeramente picantes, o sea: rico, pero nada extraordinario.
Después de probar estos dos platillos ni siquiera intenté llegar al postre. Supe, como al leer un solo libro de Saramago, que eso no era lo mío.
Por todo ello el oriental grill obtiene una estrella de Notas al margen.
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