Ragazzi

El 30 de enero una amiga me invitó a comer a Ragazzi, un pequeño restaurante italiano. Ragazzi tiene una nueva ubicación en una placita al norte de la ciudad (Aguascalientes). Y esta nueva versión es muy agradable. El viento soplaba fuerte y el sol estaba ahí alegrando el día. Entré al restaurante y mi amiga me esperaba sentada y sonriente. Qué emocionantes son a veces los días “comunes y corrientes”. Había panecitos en la mesa, chimichurri y salsita de chile de árbol. Pedimos un vino italiano delicioso, Montepulciano d’ Abruzzo, cosecha 2012, este es un vino con carácter y suavidad al mismo tiempo, lleno de cuerpo y armonía y que, además, maridaba a la perfección con la comida. Nos sirvieron una ensalada con lechuga, nueces, jamón serrano (a veces me vuelvo a dejar seducir por ciertas carnes) queso de cabra y una suntuosa vinagreta de balsámico. Además las porciones son espléndidas. La pasta tenía el sabor de un platillo casero, sin embargo, el dejo de tomate, los discretos asomos del salmón y la sutil amargura de la arúgula, le otorgaban un matiz de fiesta. Al final, llegó el postre, un tiramissú con la profundidad del café, la blandura del queso mascarpone y el equilibrio perfecto de dulzura. El café amargo y espumoso lo complementaba a la perfección. Esa fue una tarde de gozo, de ver la generosidad frente a mí encarnada en la persona que me hizo la invitación. Y con ello corroboro la dicha que nos regalan la palabra y el paladar…

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