Camarones al mango

El - “El placer está en la espera,” reza el proverbio, y durante la semana transcurrida se había vuelto redondo y ávido, como un apetito. Había hecho experimentos nuevos para mí y, como parte de la fiesta del encuentro, pensaba preparar lo que había ensayado. Por lo pronto ya era la hora, solo había que pasar por perejil. Días sin verla habían hecho germinar un gustito interior que frente al espejo me salía por los ojos. Llaves, casco y vamos en bicicleta. Ella - No suele gustarme la comida agridulce, más bien disfruto los sabores definidos: lo dulce que sea dulce, y lo salado, salado. Sin embargo entiendo que la comida es un juego de matices y que la sutileza que pueden alcanzar ciertos platillos reside precisamente en la combinación magistral de sus ingredientes. El sábado comí uno de los platillos más ricos que he probado en mi vida. Uno de los ingredientes era camarones, aunados a ellos estaban los ajos, las zanahorias y el mango…¡Qué combinación! Aquello me recordó a la poca cocina tailandesa que he probado, pero este platillo era indescriptiblemente delicioso. Sé que esto es trampa, que uno debe describir con minuciosidad sabores y texturas, sin embargo creo que hay platillos que lo dejan a uno estupefacto y en la dificultad de encontrar palabras con las que se puedan ya no digamos alcanzar, sino al menos vislumbrar sus bondades. Sí puedo hablar en cambio, de esa textura untuosa que le daba el mango y del contraste que producía la zanahoria crocante, el sabor contundente del ajo mezclado con los camarones y los demás ingredientes y de la fiesta que juntos evocaban en mi boca. Agreguemos a esto el sutilísimo arroz que acompañaba todo… El - El golpeteo del cuchillo sobre la tabla de mezquite al cortar el ajo. El chirriar de los trozos retorciéndose en el aceite de oliva. Bastoncillos de zanahoria, digamos hasta sancochar. Luego filetes de mago y todo a fuego lento, semillas de cilantro, perejil al final. Hacer del mango puré con un tenedor mientras que los camarones ya desnudos cuecen aparte en otro tanto de ajo y oliva. Mezclar el todo de ambas cacerolas en un solo sartén y dejar borbotear unos minutos. Acompañé con un arroz blanco a la mantequilla y anís estrella. Serví con una pizca de perejil. Ella - Cuando como platillos de esta naturaleza, me es inevitable entrar en las inmediaciones de la locura que da el placer, es transportarme, paladear y gozar al unísono. Saborear y asombrarme ante la magia de la comida, ante ciertos sabores inusitados y al mismo tiempo conocidos, es descubrir ante algo tan aparentemente sencillo como unos camarones que la comida es una fuente inagotable de asombro. Ale Rodriguastro y Thercy

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