Casi Esquina

Viajo poco. Y algo que me incita poderosamente para hacer un viaje es probar la comida del lugar. En mi viaje imaginado a Roma sueño con el olor del jitomate, el orégano y la albahaca, mezclados con aceite de oliva que habrá en una trattoria auténtica y original. El olor a pan en el horno que nos acerca a las inmediaciones (este pleonasmo no es descuido, es énfasis) del placer. O en el viaje no solo imaginado y que sí he hecho a Salamanca en España, al solo recordar el sabor del chorizo picante (no como carne, pero en el caso de estos embutidos salmantinos lo propio es hacer una excepción), los simplísimos, pero magníficos pimientos asados, el queso curado, me elevo en un orgasmo culinario. Así pues, caminar por las calles del DF me condujo por azar, por supuesto, a un lugarcito muy agradable en el que la comida merece reconocimiento. Este pequeño lugar en la Colonia Juárez se llama Casi esquina. No sé qué pasa a veces con ciertos lugares que nos atraen. Pedí un guacamole porque me encanta el aguacate y porque en la carta decía que los totopos eran hechos al momento, pero me encontré con una especie de pan pita delicioso, con hierbas aromáticas y un toque amielado que se fundía deliciosamente con el aguacate, la cebolla morada y la acidez que le aportaba el limón, las hierbas además resaltaban con fuerza. La ensalada muy simple: lechuga, jitomate, cebolla morada y aceitunas negras, todo aderezado por una vinagreta untuosa que navegaba entre la acidez y el dulzor y marinaba, al mismo tiempo, perfectamente con los vegetales. Luego el panini vegetariano con jitomate, queso, champiñones, cebolla y una salsita maravillosa de jitomate. El pan, recuerden que este es uno de los atractivos de Casi esquina, estaba recién hecho: esponjocito, caliente, suave, aromático. Además se podía acompañar de dos salsas buenísimas, una de habanero cuyo sabor es indescriptiblemente delicioso: poderoso, rotundo, fuerte...y otra de pasilla que más bien me hizo pensar en el ahumado y con reminiscencias a un cierto tipo de mole que tiene el chile morita. De postre una mini concha con extracto de naranja hecha también en la casa, un panecillo aparentemente tan humilde y que nos hace sentir como en el hogar; el café bueno también y ni se diga mi limonada mineral. Casi esquina es de esos lugares en los que uno se siente cómodo y mientras va probando la comida contento de haber encontrado un sitio así, con buen sazón, confort, y buenos precios, además de cierto aire informal, relajado, pero con estilo.

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